Fuimos a comer al mismo lugar sin saber que nos conoceríamos esa noche y en la espera por nuestras respectivas mesas cruzamos miradas. La miré fijo casi sin verla. Ella me miro fijo, también. Yo me sonreí y ella me sonrió.
No sé que será lo que ella habrá pensado de mi. No sé si me habrá mirado porque le llamé la atención o si me sonrió porque le parecí atractivo. Lo que sí sé es que ella era idéntica al Pato Galván y por eso yo no podía quitarle los ojos de encima. Que basura soy a veces.
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